Son ciclámenes que planté hace años y que cada otoño surgen como de la nada. Son flores minúsculas que preceden a las hojas moteadas, aparecen en cuanto caen las primeras aguas. Fueron unos cuantos bulbos que hoy se han convertido en un montón, diseminados por todo el jardín. Se han ido extendiendo gracias a una curiosa fórmula, cuando se forman las semillas, el tallo se curva hacia abajo como formando una espiral y se clava en el suelo, enterrándolas.
Los de la foto crecen entre el tapiz de hiedra que cubre el suelo.
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