Es lo que tiene el otoño, un día te congelas, ganas te dan de encender ya la chimenea, y al día siguiente, como hoy, un calor! -no voy a decir que de agobio-, porque sales a la calle y te da una bofetada de calor que se agradece.
Aquí esperando que nos llegue algo de la gota fría levantina, para ver si los pajizos se tornan en verdes, no tanto por anhelos paisajísticos ni estéticos, más bien por necesidades más prosaicas, como que mis vaquitas coman algo más nutritivo que el henasco seco con tacos, y que además no me cueste dinero.
La semana que viene tenemos saneamiento, segunda vuelta, y por tanto, solo sangre, pero como la dicha no puede ser completa, hete aquí la vacuna de lengua azul, y tener que volver a encerrar el ganado antes de un mes. Qué hacemos con las vacas? Las dejamos donde están, que no comen ná de ná, comiendo el henasco con tacos, o las sacamos al cercado guardadito para ellas y luego no hay quien las encierre porque ya no tienen hambre?La solución la semana que viene.
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