jueves, 27 de noviembre de 2008
Qué frío, frío
Aunque de refilón, nos ha llegado el frío polar. No con la intensidad que presagiaban las noticias de los telediarios. En mi jardín el termómetro de mínimas no ha bajado de -2 grados.
A media mañana, con el sol dando de pleno, el frío ni se nota. Eso sí, cuando sopla el aire la sensación es horrible. Sin embargo, estos aires vienen estupendamente para que se caiga la bellota. Ya esta tarde las encinas tienen debajo un buen manto cubriendo el suelo. Los más contentos son mis cerdos, cuando vienen a dormir por la noche traen la tripa que pega en el suelo.
La imagen de arriba la tomé ayer en el jardín desde la ventana del salón. Con el frío se acelera el color de las hojas y su caída. Los partenocisos que cubren la pared trasera de la casa y la del patio han perdido las hojas en dos días, no doy abasto a barrer. Me servirán de acolchado. Cuando empezé a plantar el jardín, hace diez años, por ahora, me traía sacos llenos de hojas de roble para acolchar los arbustos. Hoy no me hace falta. La caída de la hoja del arce, de los lilos, partenocisos, cornus, y demás arbustos, me hacen el trabajo de antaño. El acolchado con las hojas es una buena protección para el invierno, protege el suelo de las heladas, y por tanto las raíces, y después en primavera, ya descompuesto, sirve de abonado. Además impide el crecimiento de malas hierbas, aspecto no menos importante. De hecho, en las zonas de nueva implantación es lo que más valoro. En éstas, mantengo el acolchado durante todo el año a base de los restos de la siega del césped, sobre todo en verano. Casi todo son ventajas con esta práctica. Entre sus inconvenientes, el más importante, que sirve de refugio ideal a los topillos, aunque este año parece que están bajo control, de momento!.
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2 comentarios:
muy lindo tu blog,te dejo un saludo
Gracias, me alegro que te guste.
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