Hace años me traje una mata de fresas silvestres de Asturias, y aquí están, tapizando una parte del suelo de mi jardín. Se han extendido como la espuma, y más que lo van a hacer a partir de ahora, porque visto el éxito las he trasplantado a otras zonas. Son muy útiles, pues evitan que nazcan malas hierbas, son decorativas, y encima se comen. Son deliciosas. Se deshacen en la boca y tienen un aroma inigualable. Huelen a fresas de verdad, no a las de Huelva. Este verano hasta hice mermelada con ellas, cuatro tarritos que ya han volado, claro.
2 comentarios:
hola coloca mas sobre la jardineria o mas material esta muy bueno cuidate...
att
evelio
Fasinante
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