Después de la tormenta que cayó el miércoles de la semana pasada el campo ha explotado de golpe. La temperatura no baja de 7 grados por la noche y por el día luce un sol magnífico, después de amaneceres entre nieblas que se despejan pronto. Alguna nube de vez en cuando y por las tardes tormenta, con rayos y truenos, aunque sólo hoy ha caído algo de agua. Le ha venido bien, que el suelo ya se había secado. El jardín está soberbio. Apetece sentarse bajo el arce y comtemplar las flores que asoman ya por todas partes. El magnolio se ha recuperado de los hielos y aún conserva las grandes flores violetas que destacan entre el mar de florecillas amarillo-anaranjadas de la kerria. Ya he segado el césped dos veces y la sensación de pulcritud es enorme. En cuanto la hierba crece un poco me entra desasosiego, debe ser porque mi jardín ya es de por sí muy asilvestrado, y con el césped bien segado aparenta una formalidad de la que carece. Los narcisos más tardíos están en plena floración, cada año me gusta más esta flor, alegran todos los rincones y no piden nada. Mezclados con las anémonas en las jardineras hacen una buena combinación. Plantaré más en otoño.
Las fushias están llenas de brotes, he sacado alguna ya al exterior, las más resistentes, las demás aún no me atrevo, no venga alguna helada tardía!. Tengo dos ejemplares llenos de flores, cada día me gustan más!!!!! Qué pena no tener sitio para tener más variedades!
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