Por la mañana, a primera hora y cuando aún estoy adormilada, me encanta mirar por la ventana desde la cama. La gata pasa la noche en el rellano, al calor que se desprende por los cristales. Y un poco más allá, la mirla de pico rojo picotea debajo del gran arce de mi jardín. A su lado, un montón de gorriones.
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