Al rojo vivo estaba el cielo de Moscosa cuando hice esta foto y así he estado yo unos cuantos días, los previos al saneamiento, segunda vuelta, que tuvimos ayer, miércoles. Cada año lo paso peor, y no es por la organización del evento, qué va. Cada año, mejor, todo va sobre ruedas, menuda experiencia de años lleva una encima! Esta vez, hasta teníamos encerradas las vacas desde el día antes. No, aquí lo único preocupante es acertar con el tiempo... El dichoso tiempo, que puede convertir la mejor organización en un desastre, no dejarte trabajar, o peor, que te cojas un buen constipado. Llevamos ya varios saneamientos con amenazas de agua que luego se quedan en poco y nos dejan trabajar, aunque con catarros posteriores. Así que, una semana antes, anda una ya al tanto de las previsiones metereológicas, que últimamente aciertan que da gusto. Y cuando todas son de frío polar y de nevadas, pues el cuerpo se le pone a una de todos los colores. Y llegado el día, pues amaneció con agua nieve, que se desvaneció pronto, menos mal, para dejarnos una mañana oscura y fría como ninguna otra que yo recuerde! Qué frío, madre mía! Menos mal que como no se para un minuto pues se aguanta. Pero teníamos previstp hacer un montón de cosas, y algunas hubo que aplazarlas para mejor momento. No separamos las vacas machorras, ni tactamos, ni separamos tampoco vacas abocadas, en fin, que se hizo lo que se pudo y gracias. Aún así, acabamos a las tres, y eso que empezamos en punto, que a las nueve y media la cadena estaba en marcha y el piscolabis de las doce fue rapidito, que lo que más hubiéramos agradecido hubiera sido algo caliente y no fue el caso.
Después de la comida y la sobremesa, momento gratificante donde los haya, y allá por las siete de la tarde, me derrumbé en el sofá y me dormí al calor de la chimenea. De allí a la cama. Ni cena ni ná. Que menudo día!
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