sábado, 5 de mayo de 2007

Preparando las siestas en el jardín


Según el dicho, a quien madruga Dios le ayuda, a mí me ha pasado por agua. Como hizo tan bueno saqué ya mis sillas y mesa al jardín. La hamaca y la tumbona me pareció precipitado. Y tanto. Antesdeayer descargó una de las tormentas más impresionantes que yo haya conocido en esta tierra. Me recordó a las tormentas de Alicante, aquello sí que es caer agua! Menos mal que duró poco tiempo, pero tuve que achicar agua en el porche trasero de mi casa, porque venía racheada y se colaba por todas partes. Después ha vuelto a llover bastante pero me ha dado pereza volver a guardar las sillas. Son de mimbre, de Villoruela, y el agua les sienta fatal. Tengo que volver a barnizarlas si no quiero que se estropeen. Es un trabajo de invierno, pero me da mucha pereza y siempre acabo haciéndolo cuando las devuelvo al jardín. Solo que este año se me han mojado de lo lindo y sin apenas estreno, que me senté únicamente una tarde en ellas para escuchar el canto de un ruiseñor.
Y para qué hablar de las fushias que saqué al porche! Cuando empezó a descargar la tormenta retiré algunas, las más expuestas, y aún así la piedrá que cayó, que tampoco fue mucha, me ha roto un montón de hojas, las ha pelao! Eso me pasa por impaciente. Debería haber esperado diez o quince días más. Aunque nunca se sabe. Recuerdo un año que nevó a finales de mayo, con las cebadas todas espigadas, fue una pena. No me extrañaría que este año sucediera algo similar. Espero que esta semana que viene, si calienta, se me recuperen.

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