Así lucen mis jardines a finales de verano. El grande y el chico, el de la finca y el de las macetas.
El primero con la cubierta vegetal seca, esperando que le caigan las primeras lluvias del principio del otoño, que suelen ser a finales del verano! Pero no, este año se están resistiendo. La muralla de Zamora se cae por exceso y aquí ni gota. Si no fuera porque es necesaria ya, a mí no me importaría que los verdes se demoraran un poco más. El contraste del crema con el verde de las encinas y el azul del cielo me encanta, sobre todo al atardecer. Además, este verano se me ha hecho muy corto, tanto trajín, y con tan poco calor! casi no parecía ni verano.
Las fushias están en todo su esplendor, las que lo están, porque algunas aún no han florecido. Misterios de la naturaleza. Supongo que están todas muy retrasadas, y las que son de floración tardía aún más. Las de las fotos me compensan de la falta de flores de las otras. Aunque me estoy temiendo que dentro de nada se acabó la temporada. Por la noche bajan mucho las temperaturas, la semana pasada el termómetro bajó hasta tres grados, en el patio marcó seis. No sé si es el aviso de que el invierno nos acecha. O cosas del cambio climático, que está tan de moda!
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