Hace mucho tiempo que no voy a un vivero a comprar nada. La verdad es que aquí en Salamanca no merece mucho la pena. Cómo echo de menos al de Barbastro. Su dueño viajaba todas las semanas a Barcelona y se traía infinidad de plantas de las que aquí no han oído ni hablar, amén de que le podías encargar lo que quisieras... En Salamanca apenas hay novedades, siempre las mismas plantas. Claro que son seguras. Al final, son las que cuentan, las que te mantienen el jardín. Pero por eso mismo no he vuelto, porque ya las tengo y se reproducen ellas solitas por todas partes. De hecho, ahora en invierno me dedico a recojerlas en tiestos, para luego trasplantarlas en la ampliación del jardín.
Los días que no hiela los dedico a plantar. Son arbustos y árboles de dos o tres años. Pequeñitos, pero que seguro que agarrarán bien y en poco tiempo tendrán el tamaño adecuado. Ya no tengo la impaciencia de antes. Hace unos años no se me hubiera ocurrido plantar algo tan pequeño. Tenía prisa por ver mi jardín hecho. Hoy no tengo ninguna. En 15 años me he dado cuenta de que todo llega, antes incluso de lo que crees. Y me resulta más interesante crear algo nuevo que mantener lo que ya tienes. Mi jardín hecho de hoy sólo necesita poda, y es un trabajo más pesado de lo que parece, y bastante aburrido. Sólo reconforta por el resultado que se obtiene, un jardín más limpio y ordenado.
Me gustaría poder plantar árboles raros, traídos de la otra punta del mundo, pero de momento me conformo con lo que tengo a mano. Sólo tengo un árbol "raro": un caldén. Mi hijo me trajo las semillas de La Pampa, cuando estuvo allí trabajando. Aún está en tiesto, pero ya lo tengo que trasplantar a tierra firme. Cualquier día de éstos.