Así es como anda mi jardín, a su bola. Yo diseño, planifico, luego elijo las plantas adecuadas, planto y .... al cabo de los años, ay! pocas cosas son como yo las había previsto. Algunas plantas han crecido menos de lo esperado, otras se han desbordado y las hay que han desaparecido.
Y es que el jardín tiene vida propia, la que le apetece a él, no la que yo le pensé.
Cuando empiezas todo es cavar y cavar y quitar malas hierbas, que parece que no se acaba nunca. Luego todo es podar y podar y podar. En el bolsillo de mi chaqueta siempre las tijeras pequeñas, y a mano las grandes.
Creía que cuando el jardín estuviera establecido ya nada habría que hacer, que me limitaría a un simple mantenimiento. Pues no. El jardín cambia, evoluciona, unas plantas dan paso a otras, se crean pequeños ecosistemas con vida propia. Donde antes pegaba el sol ahora está bajo penumbra, lo que era una zona fría, heladora, hoy ya no lo es tanto, donde no crecía nada por falta de suelo hoy hay una capa de materia orgánica que es de envidia. También hay algo malo. Antes no sabía lo que eran los topillos, y hoy mi jardín parece una almohadilla esponjosa por culpa de sus carriles y sus huras y como me descuide acabarán con él. Pena da verlo.
Hoy he arrancado un romero que planté hace once años y que traje recién nacido de semilla del Pirineo. Había llegado su hora. Este invierno acabó de secarse. Creo que el jazmín, que también planté por entonces, dio sus últimos suspiros. No estaba en buen sitio, necesita un lugar más abrigado. Sin embargo, la flor de la pasión encontró un lugar a sus anchas y todos los años se desborda.
Y es que el jardín tiene vida propia, la que le apetece a él, no la que yo le pensé.
Cuando empiezas todo es cavar y cavar y quitar malas hierbas, que parece que no se acaba nunca. Luego todo es podar y podar y podar. En el bolsillo de mi chaqueta siempre las tijeras pequeñas, y a mano las grandes.
Creía que cuando el jardín estuviera establecido ya nada habría que hacer, que me limitaría a un simple mantenimiento. Pues no. El jardín cambia, evoluciona, unas plantas dan paso a otras, se crean pequeños ecosistemas con vida propia. Donde antes pegaba el sol ahora está bajo penumbra, lo que era una zona fría, heladora, hoy ya no lo es tanto, donde no crecía nada por falta de suelo hoy hay una capa de materia orgánica que es de envidia. También hay algo malo. Antes no sabía lo que eran los topillos, y hoy mi jardín parece una almohadilla esponjosa por culpa de sus carriles y sus huras y como me descuide acabarán con él. Pena da verlo.
Hoy he arrancado un romero que planté hace once años y que traje recién nacido de semilla del Pirineo. Había llegado su hora. Este invierno acabó de secarse. Creo que el jazmín, que también planté por entonces, dio sus últimos suspiros. No estaba en buen sitio, necesita un lugar más abrigado. Sin embargo, la flor de la pasión encontró un lugar a sus anchas y todos los años se desborda.